Los fusiladores han hecho del amanecer un tiempo de canallas. No sabemos por qué, pero el alba ha sido siempre el momento preferido por los ejecutores para descerrajar sus fusiles.
Continuar leyendo «Al alba»¡Qué pasó!… perdió Kamala

Tras la victoria de Donald Trump, o la derrota de Kamala Harris, todos los analistas se centran en el comportamiento del voto latino, de cómo han votado mujeres y hombres, blancos y negros, jóvenes y mayores, o cómo influye en el voto el nivel de estudios de los votantes, para encontrar respuestas al resultado de las elecciones.
No he leído ni oído nada sobre la abstención, sobre los estadounidenses que han decidido quedarse en casa, y cómo ha afectado ello a cada uno de los candidatos.
Continuar leyendo «¡Qué pasó!… perdió Kamala»Lo que nos hacen creer que nos pasa

Cuando la mala baba nos hunde en la miseria política; cuando las manipulaciones, mentiras y bulos, son el pan de cada día; cuando la discordia se hace rampante y el griterío resulta ensordecedor, “bajar el tono”, efectivamente, es importante, pero no suficiente. Debemos preguntarnos qué nos está pasando y buscar respuestas.
Continuar leyendo «Lo que nos hacen creer que nos pasa»Gilmour vuelve a escena
A sus 78 años, el vocalista, guitarrista y uno de los compositores y líderes de la mítica banda londinense Pink Floyd, vuelve a escena; y lo hace en familia, aportando savia nueva del árbol de la vida.
Continuar leyendo «Gilmour vuelve a escena»Entre misándricas y misóginos

¿Tienes una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?… Nunca sabremos si Mae West se sintió satisfecha o decepcionada después de aquel encuentro. ¿Era paquete?, ¿era una pistola? Lo que sí sabemos es que Mae era una mujer con una personalidad arrolladora; una mujer fuerte, empoderada se diría hoy, que tomaba sus propias decisiones y que hizo feminismo de su feminidad.
Continuar leyendo «Entre misándricas y misóginos»Veleta
Mujer y fútbol

Esta es la pequeña historia de una mujer que se hizo grande sin pretenderlo. Solo porque osó echarle el coraje necesario para colarse en un mundo de hombres.
Continuar leyendo «Veleta»Arte de sobra

Alineación del equipo que pugna por ganar el Mundial de la Historia del Arte.
En pie, de izquierda a derecha: Diego Velázquez (cap.), Miguel de Cervantes, Joan Miró, García Lorca, Paco de Lucía y Francisco de Goya; agachados: Luis Buñuel, Pablo Picasso, Salvador Dalí, El Greco y Antonio Gaudí.
Quizá sea más polémica que las de Luis Enrique, pero es un comienzo. El seleccionador y autor es Gradimir Smudja, pintor y dibujante serbio.
Yo habría introducido a Eduardo Chillida como portero.
Rimas de la España rota

Ocurrió hace muchos años, aunque en circunstancias políticas que algún parecido guardan con las actuales. Presidía el Gobierno de España Joaquín Chapaprieta, un antiguo liberal que había pasado, tras la caída de la Monarquía, a la Derecha Liberal Republicana y que había sucedido a Alejandro Lerroux en septiembre de 1935, cuando estallaron varios escándalos de corrupción. Sin mayoría en la que sostenerse, dependiendo de los votos de la CEDA, con los líderes socialistas y nacionalistas catalanes en la cárcel condenados por la revolución de octubre de 1934, su Gobierno estaba destinado a desaparecer sin pena ni gloria.
Santos Juliá nos recuerda que en aquel contexto se multiplicaron los mítines de precampaña. En el frontón Urumea de Donosti, el 10 de noviembre de 1935, José Calvo Sotelo, ante la crecida exigencia del nacionalismo vasco de dotar a Euskadi de su estatuto de autonomía, ya plebiscitado pero todavía no aprobado por las Cortes, pronunció una de esas frases para la historia: “No he dado la mano a ningún diputado nacionalista porque veo en ellos la tendencia a la desmembración de España, y, entre una España rota por el separatismo y una España roja, me quedo con esta última porque el solar quedará intacto”.
El 5 de diciembre, Calvo Sotelo volvió a repetirla en el Congreso de los Diputados. A mí, afirmó, “nada de eso me importa si en definitiva había de subsistir la Patria, mientras que en una España rota, la Patria quedaría para siempre muerta”. Luego las tropas franquistas le dieron la vuelta al aforismo enarbolando la enseña “Antes rota que roja”. Y vaya si la rompieron. Tantos años después, la España rota se ha convertido en España se rompe.
La derecha española, salvo minoritarias excepciones, apoyó la dictadura de Franco, como antes sostuvo la de Primo de Rivera y, entre medias, combatió a la II República, conviene recordarlo. Después de cuarenta años de dictadura, tras la implosión de UCD, siguiendo a Fraga y a los “siete magníficos” ministros de Franco, se agrupó en torno a Alianza Popular. Pero Fraga tenía un techo, y para llegar al poder había que cambiar de marca, de líder y de planteamiento.
Así, Don Manuel alumbra las siglas PP del Partido Popular para refundar Alianza Popular y designa a su nuevo líder, José María Aznar, para alcanzar el poder en 1996, con su España se rompe, convertido en un clásico, en un mantra para la derecha española. Hasta que llegó José Montilla, president de la Generalitat, para espetarle a Aznar que el PP prefería una España rota que gobernada por los socialistas. Otra vez la España rota antes que roja.
En el caldo de cultivo del España se rompe, creado por los populares, surgió Vox para rentabilizar la hipérbole en clave abiertamente uniformizadora, recentralizadora, involucionista e incapaz de integrar en su visión del Estado el país real. Federico Jiménez Losantos lo saludó como un paso más en esa carrera: “España, ni rota, ni roja”.
Y por si a alguien le quedara alguna duda sobre la amenaza de rotura de España, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, especialista en sacar de quicio lo indesquiciable, ha afirmado recientemente que “el peligro real e inminente es que España deje de existir”. O sea, que no quedarían ni los pedazos.
Aunque España lleva rompiéndose desde la noche de los tiempos, si Calvo Sotelo pudiera verla hoy, tanto tiempo después, probablemente se sorprendería. Sin embargo, sus herederos persisten en la estrategia, aún más vieja, del miedo, cargando de plomo sus alas.
Desde el Mirador de los Poetas, en la sierra de Guadarrama, tan cerca y tan lejos del Madrid estridente que se pierde entre tanto ruido, no se ven grietas, ni cicatrices, porque es un lugar donde las rimas asonantes de la España rota se las lleva el viento.
Kintsugi

Las rupturas son dolorosas; del tipo que sean: amorosas, sociales o políticas.
“Cuando una cuerda se rompe se puede volver a unir, pero siempre quedará un nudo”, se suele decir. A algunos nos parece más importante la tensión de la cuerda que el nudo, pero hay quien no puede dejar de fijar su atención en el punto en el que se quebró.
Leyendo Fractura, la novela de Andrés Neuman, he encontrado una metáfora que puede ayudarnos a ver las rupturas desde otro punto de vista. “Todas las cosas rotas (…) tienen algo en común. Una grieta las une a su pasado”, dice el narrador.
A continuación, Neuman explica la técnica japonesa del kintsugi: “Cuando una cerámica se rompe, los artesanos insertan polvo de oro en cada grieta, subrayando la parte por donde se quebró. Las fracturas y su reparación quedan expuestas en vez de ocultas, y pasan a ocupar un lugar central en la historia del objeto. Poner de manifiesto esa memoria lo ennoblece. Aquello que ha sufrido daños y sobrevivido puede considerarse entonces más valioso, más bello”.
El kintsugi es la metáfora que nos permite hablar del trauma que supone la quiebra, en este caso de un objeto, pero que también puede predicarse de un sujeto o de una sociedad; de las posibilidades de su reparación; y de la cicatriz, como cura y memoria indeleble de la misma fractura que la provoca. En definitiva, de la belleza que reside en la restauración.
No apreciamos la belleza en la cicatriz, la escondemos como estigma en vez de celebrarla como testimonio de una herida curada, nos dice Edurne Portela. Desechamos lo roto o lo imperfecto y no nos damos cuenta de que, tal vez, en el proceso de reparación es donde podemos encontrar la forma de mejorarnos.
En esa cerámica atravesada por el oro que sutura, podemos descubrir una nueva armonía que hace a la composición más valiosa, diferente e irrepetible.
Haz algo, Isaías
Netanyahu entre tinieblas

Teme al hombre de un solo libro (hominem unius libri timeo), recomendó Santo Tomás de Aquino un día de los muchos que se levantó inspirado.
Por eso, entre otras cosas, debemos temer a Netanyahu, porque es uno de esos hombres de un solo libro. Con la arrogancia que le caracteriza, ha planteado la guerra de Israel contra Hamas como una forma de hacer realidad la profecía de Isaías: “Nosotros somos el pueblo de la luz y ellos son el pueblo de la oscuridad, y la luz triunfará sobre las tinieblas”. Y se ha quedado tan pancho.
Evidentemente, el primer ministro de Israel asocia el pueblo de la luz con el pueblo judío y el de la oscuridad con el pueblo palestino.
Al parecer, la línea política de Netanyahu la marca un señor del siglo VIII antes de Cristo, que, por cierto, también es profeta para el Islam.
Pero es más temible, si cabe, porque de ese único libro selecciona solo la parte que le interesa. Porque Isaías también dijo (5.20): “¡Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!”.
La humanidad se debate entre tinieblas con Netanyahu al frente, y para que Íñigo Domínguez no sea una voz que clama en el desierto, como también dijo el profeta (Isaías 40:3), yo me sumo a su ruego cuando implora: “profeta Isaías, allá donde estés, haz algo, a ver si a ti te hacen caso”.